Educación

Nueva Legislatura, nuevo proyecto de educación

Hablando de educación

Cada vez que entra un nuevo presidente de gobierno, viene con un ministro dispuesto a sacar su reforma a la educación.

Esto es un hecho.

Y quiero escribir sobre el tema porque, al igual que muchos padres, me interesa saber qué les espera a mis hijas en materia de educación.

En primer lugar, y siempre lo he sostenido, quien debe hacer una reforma no es un político. Tampoco un economista o un militar. La reforma la tiene que hacer un profesor.

¡Sí! Un simple profesor. Perdón por lo de simple, pero no lo digo con el fin de ofender, sino con el propósito de indicar que no hace falta ir a Harvard o a Oxford para contratar a un catedrático de gran prestigio que haga la reforma. Simplemente vamos a un colegio normal; es decir, público. Donde ingresan niños y niñas de cualquier clase social, origen racial, nacional, religioso. Donde acuden padres de familia, solteros, casados, divorciados, viudos, arrejuntados, etc. Familias con empleo, sin empleo, estudiantes, con problemas de integración, integradas. En síntesis: profesores humanos que tratan con grupos sociales de toda índole.

Ellos... Estos profesores son los ideales para crear un auténtico plan de desarrollo educativo en nuestro país.

Porque en definitiva: ¿ha estado el señor Wert, y cualquier otro ministro que haya dirigido el ministerio de educación, frente a grupo? ¿Algún político dedicado a la educación se ha acercado a limpiarle los mocos a algún pequeñito o a revisarle los deberes tachoneados y desordenados de una nenita? ¿Algún ministro, secretario o consejero de educación ha paseado por algún patio de recreo y detenido alguna pelea entre niños? ¿Alguno de estos representantes de la educación española se ha enfrentado a algún padre disgustado por la baja nota que ha obtenido su hijo o hija?

¿Verdad que no?

Entonces ¿qué saben los políticos de lo que debe cambiar en la educación y lo que no debe cambiar?

Yo se los voy a decir: NADA. No lo saben porque nunca han trabajado en un colegio y desconocen las carencias tanto económicas como sociales de los centros públicos de educación.

Por ejemplo, qué más da si yo doblo este escrito agregando a cada sujeto del que hablo la letra "a" u "o" para especificar si se trata de un masculino o un femenino. Lo importante no es eso. Lo importante es que enseñe a las nuevas generaciones la importancia de cuidarnos unos a otros. Lo necesario que es aplicar normas básicas de respeto.

Lo verdaderamente importante es hacer que cada alumno ame la cultura y sienta esa necesidad de conocimiento, satisfecha.

Si eso no lo enseñamos a nivel preescolar, entonces, dígame usted, político de turno: ¿qué sociedad espera usted que lo sustituya en un futuro?

Le da igual ¿no? Porque para cuando lleguen esas nuevas generaciones al poder, probablemente usted ya estará tres metros bajo tierra.

Pero mientras usted gobierna debe entender que usted come de nuestros impuestos. Del dinero que muchos pagamos para que usted, su esposa e hijos coman. Por lo mismo, si no quiere dejar el puesto, entonces rodeése de gente que sí sabe lo que hace falta para mejorar la educación de nuestro país: esa gente se llaman profesores de preescolar, primaria y secundaria, para empezar. Luego está el personal docente de bachillerato, formación profesional, universidades y centros de educación alternativos.

Baje usted de su cómodo sillón de ministro y entrevístese con los padres de familia, alumnos y demás miembros de la comunidad educativa. Se sorprenderá cuando le digan lo que verdaderamente les hace falta... Eso, estoy segura, ningún consejero se lo ha dicho.


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